martes, 27 de septiembre de 2016

Mujer en la niebla

¿Está ahí ella, existirá siquiera, es real? Si la ves, ¿será mejor huir o… permanecer y mirarla, contemplarla hasta hallar su verdadera figura? ¿O es que es un simple sueño?


Mujer en la niebla


Apenas y te distingo, apenas y logro ver algo en la bruma; en esto que antes fueran nubarrones tempestivos que segaron mi visión, impidiendo ver el resplandor de un mañana, mientras luchaba por no ahogarme en la ciénaga de penas y culpas que se desbordaron sin remedio.
Inmerso en estas condiciones inclementes y desesperanzadoras, es que me pregunto si realmente existes, si no eres nada más que un espejismo, una ilusión efectuada por mí en este sufrido destierro, una proyección etérea de un deseo desesperado que terminara por torcerse en mi contra. Dime, ¿lo eres? ¿Estás ahí, aun ahora… cuando dudo de ti? ¿Cuándo mi corazón anhela vehemente, por sobre mis ojos y sentidos lo seas; lo eres?
Ronda en torno a mí, misteriosa amiga, confirma por sobre mi ceguera lo que clama mi alma, e impregna mis sentidos con tu presencia; has que mi olfato se deleite con tu esencia; que mis manos sientan tu gélido toque; y si al final lo deseas, que mis labios sientan los tuyos rosándose en armonía. Y demuéstrame así lo que mis ojos dudan y mi cuerpo percibe es real… cuando menos ahora.
Me cuestiono si tus palabras bastaran, si me embelesaran al emitirlas tu voz y con ello podre olvidarme de lo demás, de mis infinitos tormentos. ¿Es a caso que mi alma, en este cariz fosco, percibirá mucho más de lo que mis ojos captan al estar en tu presencia?, y así aclarar la imagen borrosa que miro ante mí de ti, mi querida. ¿Sera así?
No respondes a mis interrogantes… Quizá sea por qué no sé escuchar lo que expresas, o cómo hacerlo correctamente; ¿o prefieres el silencio indiferente, o, la voz parca de un alma cóncava; es eso? ¿Sera probable que mientras más pase contigo se facilitará el escucharte, el verte cómo eres realmente? Esta incertidumbre, superada mi paciencia o mi temple, ¿será?, me conducirá al despeñadero de la manía; caminando sin poder distinguir gran cosa en esta atmosfera tenue de visión y amplia en misterio y temor; ¿o me guiaras de la mano entre la penuria aciaga de este delirante lugar, llevándome de la mano por un terreno ya sabido por ti?
Supongo que no tengo más remedio que permanecer aquí, ¿a dónde más iría, que más haría?, y descubrir tu verdadera figura… ¡Después de todo, estoy casi seguro, yo mismo he creado esta niebla!


Si dejas de sentir… si dudas de lo que sientes, lo que en ti provoco, quizá, mejor será desvanecerse entre la bruma, y dejar el placer y el deseo en lo inconcluso de lo que hasta ahora se ha forjado. –Nota escrita para una despedida.

D. Leon. Mayén


Sin título
Fotografía del perfil, en Flickr, de Kasia
(Usada bajo la licencia Creative Commons)

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