Eterno pesar
La muerte, cómo en
antaño, ya no llama a la puerta,
ahora timbra
cotidiana,
mas grita igual que
entonces…
que siempre:
estridente, devastadora
y resonante…
Abyecta al corazón y
la mente.
Un adiós improvisto...,
la muerte prematura…
violenta, silente e
íntima,
dolorosa más que la
distancia que separa,
cual punzante espina
sangrante
de lo que una bella
flor fue;
fulmina sin tregua o clemencia…
Esa, toma más de lo
que se nota,
arrastrando consigo
lo intangible:
voluntad, deseo,
esperanza e incluso,
de a poco,
el alma.
Se afianza parásita a
la memoria;
volviendo todo un imperecedero
sufrir,
un vil delirio
que sólo la muerte
arrebata, sella con su serena paz eterna…
Así como ahora reposa
ella.
D. Leon. Mayén