domingo, 7 de marzo de 2021

Brillo de Luna


Brillo de Luna

 

Su rutilar es majestuoso, más aún si se la conoce al detalle, saber por lo que ha pasado, imaginar lo que han sido todos esos impactos que en Ella han dejado marcas, algunas más visible y evidentes que otras. Esto es buena parte de lo que la hace tan especial, incomparable e irrepetible en este universo. Lo primero a la vista, y grato a ésta, es su blondo fulgor natural. En mí resulta igual de extasiante esa negrura que corteja su nívea faz, a veces más a veces menos… pero siempre allí, visible o no. Los millares de misterios en Ella sólo acrecientan la fascinación por Ella, la admiración que, irremediable, se siente por Ella. De la disímil e innúmera existencia de musas Ella es la mayor y perpetua en la mente y sueños de todo buen hombre.

Su albura proyectada en las tinieblas de ese paraje hostil que llamamos Tierra me ha guiado por un mejor camino. Pues la penumbra persistente en esta existencia trata de seducir y acaecer en las almas de los simples mortales, como yo. Sin Ella la vida no sería lo que es, y yo lo que soy… o seré. Cuando en mis sueños brota, me es inevitable abrazarme a esa tenue y fugaz pero latente realidad en mí; así cuando vuelve ante mí, al exterior ennegrecer, la vida se me vuelva más grata. No siempre es así, pues su ausencia llega a ser larga, y mi corazón y ánimo lo resienten sin que pueda hacer gran cosa por cambiarlo, si no sobrellevarlo para subsistir y esperar no sucumbir ante la cerrazón  de la vida.

¿Y qué decir de la Luna? Es magnífica sin duda. Ha cautivado al Hombre, desde la fascinación ancestral —desde los albores de la humanidad— hasta los constantes hallazgos de los tiempos resientes, que muchas de las veces dan pie a más cuestionamientos que respuestas. ¡Y seguirá haciéndolo! Con Ella pasé algunas noches mirando el espejo solar en lo alto del firmamento. Aunque, a decir verdad, pasaba más mi tiempo merando a Ella mirarla, contemplando sus ojos fulgurar por el brillo del astro, que a la vez bañaba su tersa y sensual piel; su luz diáfana provocaba que sus labios esplendieran, incitando en mi un hondo e incontrolable deseo por ceñirme a su boca y por largo tiempo acariciar con tórrida pasión y obsesión nuestros labios hasta no poder nuestra bocas amelar por amor más.

Anhelo estar juntos mirando el cielo y la luna, el futuro y el pasado a nuestro lado… tanto como sé que tú lo deseas.

 

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D. Leo Mayén