sábado, 28 de mayo de 2022

Hacia la perdición en verdad

 Hacia la perdición en verdad

¿A dónde se va cuando no hay a dónde ir? ¿A quién se acude cuando se siente que nadie podrá ayudar? ¿Con quién cuando nadie comprenderá? ¿Y cuándo a nadie le importará?

¿Qué hacer cuando se siente que la razón se perderá? Si no es que ya se ha perdido. Claro que, en realidad, ahora, me parece poco claro discernir de lo razonable y lo insano; pues la locura muchas veces resulta ser la etiqueta impuesta por idiotas, otras veces por imbéciles y muchas más por pretenciosos arrogantes, en ocasiones disfrazados de profesionales, especialistas en su ramo.

Decirle a alguien perdido en esta vasta y caótica realidad, en esta agonizante y ambivalente existencia que se está con él o para él, no es suficiente para algunos. Si bien esa compañía o cariño, en apariencia puede bastar, podría ser que solo cubra ese vacío, que anestesie ese dolor palpitante. Si no es que agrave ese sufrir a largo plazo, ya que de ausentarse esa atención y comprensión brindadas… la caída puede ser brutal. Aunque, también abemos quienes difícilmente conectamos o sentimos un afecto genuino de los demás, incluso de los cercanos, pues somos seres atípicos; desde dentro nuestro hay cosas que no concuerdan con el estándar normalizado, con lo llamado congruente o razonable. Desde ahí, desde siempre para nosotros, el camino a la soledad, a la solitud y al sufrimiento interno y constante, con el tiempo se vuelve difícil de escapar de allí o que cicatrice del todo la llaga. Y es que hay miles de aspectos que, poco a poco, llevan a esto, desde aspectos de la vida como el intelectual, el emocional, incluso el espiritual, y de igual modo en el desarrollo como individuos. Se cree popularmente, si no es que hasta obviada, que los padres hacen lo mejor para procurar e incluso fomentar lo antes mencionado, pero la verdad es que no es así… En su mayoría, en el más alto porcentaje, padre es el que procrea, de forma voluntaria o involuntaria en muchas veces e irresponsable e idiota en la mayoría de ocasiones. Héroes de la humanidad deberían ser aquellos que son ejemplo de paternidad, madres, padres y quien cumpla esos roles a cabalidad.

¿Qué se hace… a quién se recurre… a dónde se va cuando la verdad, una gran verdad, se presenta ante uno mismo? Me refiero a esas verdades que se ocultan bajo capas y capas de hechos, acontecimientos irrefutables, voces apagadas o agonizantes, o bajo otras verdades, y también, si no es que sobre todo, bajo cientos y miles de engaños y mentiras; todo ello formando una argamasa que imposibilita a simple vista distinguir que es qué.

Me gusta creer que la única Verdad Absoluta es que no hay una Verdad Absoluta per se. Miles de millones de realidades convergen, fluyen y colisionan todo el tiempo, a cada instante; y así desde que el pensamiento y la razón existen; crean el caos y el infierno que puede llegar a ser la existencia humana.

Las verdades más contundentes y aterradoras, así como desesperanzadoras, de forma irónica a mi parecer, resultan ser las más inescrutables en su totalidad de hechos. Sin embargo, que se vuelvan algo asimilado por la mayoría, o mejor dicho aceptado, es cuasi imposible de concretarse (condición humana, supongo). Desde mi adolescencia he creído con fervor y convicción que nos “gusta” que nos mientan, mentir en sí. Es algo que culturalmente, quizá hasta como especie, se nos enseña y fomenta desde la crianza. Mentir y que te mientan; más una que otra, así como más proclive entre unos que entre otros. Haciendo a un lado patologías, costumbres y enseñanzas, la estupidez humana en contubernio, a veces, con la ignorancia, llevan a la mentira, el engaño y el embuste; aunque también es atribuible a la miseria humana. Resulta más fácil educar a un niño inquieto comprándole cosas o dejarlo hacer lo que quiera, a buscar y procúrale lo que en realidad necesita, y después creer o convencerse que se hizo lo mejor que se pudo; ese es el engaño, y a esto se aúna la vieja confiable y clásica nadie te enseña a ser padre o una tontería así que ahora no recuerdo como va con precisión. No es más que una simple escusa dada por lerdos, irresponsables y mediocres, pues si bien es cierto, actualmente y desde finales del siglo pasado hay miles de datos y cientos de investigaciones acerca de la paternidad, qué si algunos han sido refutados y otros obsoletos ya, ahí han estado y están. Pero, lo que considero fundamental es tener dos dedos de frente y tener empatía a la hora de ser padre, eso sí que puede hacer una enorme diferencia. Retomando lo anterior, también es más fácil callar y aceptar, auto-engañarse, que luchar por lo que se merece, sin importar las consecuencias del proceso o los resultados cuales quiera que estos sean.

El auto-engaño. Algo que oculta u obstruye nuestro acceso a esas verdades. Sobre todo a una que es primordial para llegar a ver otras, y es quien soy yo en verdad, quien he sido y quien puedo ser. Al ser algo que va más allá del ego, a veces es devastadora la respuesta, si no es que siempre. La realidad, y por ende la verdad, parten del yo, del individuo; tal vez por eso mismo convergen en conflicto tantas Verdades. Justo ahora creo que para consolidar una verdad como absoluta el método científico es vital. Los hechos tangibles y empíricos deben ser la regla. Pero bueno, en estos días la tendencia es que la realidad se erige de lo que a pequeños grupos ruidosos o de gran poder, en ocasiones ambos, les brota de los testes o de los gametos femíneos ultimadamente.

Ya desde mi infancia me surgían cuestionamientos curiosos para mi edad y entorno. Así mismo las verdades que ante mí se hicieron presentes se vestían de monstruos que más que solo desilusionarme, minaban mi vida, mi inocente esperanza, mi ilusión y goce por la vida. Ulteriormente, durante mi agonizante, pero ambivalente, puericia, mayores y más profundas cuestiones pululaban en mi cabecilla en desarrollo. Entonces, al tomar una desesperada decisión que hoy sé a la perfección fue para subsistir, sobrevivir, algo dentro de mí comenzó a anhelar respuestas. No les mentiré, las respuestas, no Verdades Absolutas, no pude concluirlas si no hasta hace poco, ¡pero!, de no buscarlas desde entonces no las poseería ahora. Las absolutas, que considero yo así, se han vislumbrado ante mí recientemente. Y tanto estas últimas como las previas a ellas, en verdad me han costado mucho obtenerlas, demasiado… no solo en tiempo y esfuerzo, eso al fin de cuentas es nada en comparación. El que llega a tocar una Verdad Absoluta es como a quien la Muerte se le aparece, nunca más es igual su vida, lo que le quede de ella; no es igual para todos, pero si revelador y lo cambia todo. Si se comprende así no es de sorprender la decadente situación por la que tránsito, y espero sea así, tan solo un transitar. Si bien no es solo por esto sí tiene su gran relevancia. Por otro lado, ¿qué hacer con la verdad cuando llega a ti? ¿Compartirla, divulgarla, guardarla y quizás enloquecer?

 

¿Qué hacen los viejos y las criaturas cuando no hay a donde ir, no hay quien los comprenda, quien los ayude, quien se preocupe en verdad? Esperan lo más cómodos y si puede plácidos el arribo de Tánatos ante ellos… Y después lo que venga, lo que haya allí.

 

UT 1653740115 

D. Leo Mayén