Destino
El universo, una fuerza imperiosa en todo y todos, o una
Divinidad, cómo quiera verse; observó y sintió el pesar, la angustia y
aflicción de aquel muchacho, desde que naciera y hasta aquel momento. Momento
en el que, sin dialogar, le “dijera”:
“Pondré a ella en tu camino, y si estás dispuesto la amarás
tanto como ella a ti; gozaran ambos de sus vidas como jamás harán, en compañía del otro; pero, por un breve
tiempo. Después se separaran, tan distantemente; aseverándote no la merecías, y
que tampoco merecía al dolor que le causabas con tu innato y arraigado sufrir
en ti.
Entonces, sólo entonces, sabrás que sin ella tu vida solo
será peor, más solitaria y miserable que antes de amarla; que ningún alma como
la suya hallarás en esta tierra. Morirás solo, como viviste antes y después de
ella; sufriendo y arrepintiéndote hasta el final; un final en el que te
marcharas mirándola… Y, quizá, quizá bajo mano propia.
Pero no todo será tan aciago, tan pesaroso y melancólico,
pues la hiciste feliz durante esos años, se amaron aun por sobre el tiempo y la
distancia, por sobre el dolor y la nostalgia, por sobre otros. Y te aseguro,
los puse juntos por la similitud de sus almas, por qué ella estaba peor que tú
antes de hacerlo. Confía en mí cuando te digo que su dicha y felicidad, la que
mutuamente se brindaron y compartieron, la hace vivir como jamás hubiera sido
sin ti. Así que ve tranquilo y con paz… Yo cuidare de tu amada.”
D. Leon.
Mayén
No hay comentarios.:
Publicar un comentario