sábado, 4 de diciembre de 2021

Reseña – La conspiración Umbrella - [¿Odiaste la nueva peli?, amarás el libro]😉

       

  Que decir de Resident Evil. Empezaré con un hecho irrefutable, la serie de películas de Paul W. S. Anderson son un sin sentido y un soberano bodrio con respecto a los videojuegos, el primer film tiene ciertas cosas salvables, y ya desde entonces se veía por donde iba la cosa. Sin duda alguna es una gran saga, en su comienzo un hitazo, después y poco a poco un ser sin cabeza, ja, ja, ja. Pero, actualmente han vuelto a saber posicionarla en buen lugar, tanto para un público nuevo como para los que somos fanses, bueno, más o menos.

S. D. Perry

    Comenzaré hablando un poco sobre la escritora. Ella es Stephanie Danielle Perry (S.D. Perry). Ha adaptado, novelizado la trama de los videojuegos, llevándola al papel; así mismo, a lo largo de su carrera ha escrito sobre diversas obras de ciencia ficción, que van desde la saga por todos conocidos Alien hasta Star Trek, entre otras. En cuanto a Resident Evil respecta a novelizado desde RE 0 hasta Code Verónica. Habiendo un capitulo intermedio no relacionado con los videojuegos.

 

Todo comienza cuando los miembros del equipo Alfa de los S.T.A.R.S. reciben la llamada de socorro del helicóptero del equipo Bravo de los S.T.A.R.S. Por lo cual acuden en su auxilio. Pero, antes de partir el equipo, se nos habla de cómo es que Cris Redfield ya tenía sus sospechas sobre los incidentes que venían ocurriendo en las afueras de Racoon City. A su vez un hombre misterioso de nombre Trent se presenta ante Jill Valentine, quien le entrega un pequeño portátil justo antes de salir al rescate del equipo Bravo… Por último, le advierte, en pocas palabras, que no se fie de ninguno de sus compañeros.

Apenas tocar suelo el capitán del equipo, Albert Wesker, decide que barran la zona en busca de los supervivientes, pues si bien el aparato estaba casi intacto no había señal alguna de sus tripulantes. Al poco tiempo, lo que parece ser un perro salvaje ataca a un integrante del equipo. Aunque todos disiparan a la cuadrúpeda criatura no pueden salvarlo. El equipo emprende la retirada ante la amenaza de un grupo de estos ferales animales, pero Brad, piloto del helicóptero, emprende la huida como el cagón que es, dejando a su suerte a sus compañeros. Sin más opción el capitán se ve obligado a llevar al equipo hasta la mansión Spencer, siendo el único en conocer su ubicación y que se encuentra ahí.

            Todo se torna peor en la mansión. El primero en desaparecer es Chris, es así que Jill y Barry (otro importante personaje en la historia) deciden explorar la mansión en busca de sus compañeros desaparecidos. Son ellos, pero sobre todo Jill, quien se topa con una variedad de trampas, de las cuales ninguna está lejos de no arrebatarle la vida. No es que algo de lo que allí se oculta sea menos mortal. Je, je. Si al principio el propósito del equipo era aguardar a que la policía acudiese al verlos desaparecidos, a penas deslumbrar las aberraciones que la mansión esconde su prioridad es salir con vida a toda costa, habriendose camino entre zombies y aberrasiones peores.


Resumiendo un poco, si has jugado o visto gameplays de Resident Evil 1 (el original de Play Station, no el Remake) la trama transcurre casi tal cual, con algunas excepciones, mayores al final. Si es tu caso, déjame decirte que lo interesante y fascinante del libro es que se profundiza más en los personajes, la trama y las circunstancias en torno a la historia. Al leer la novela viene mucho a la mente lo jugado. Y es que en esta parte S. D. Perry empalma muy bien los sucesos del juego de tal forma que lo que jugando debes hacer sólo con un personaje (pues al jugar se puede elegir entre Chris o Jill) en el papel lo hacen uno u otro personaje, complementando lo que en el juego hace unicamente un personaje; teniendo así protagonismo todos ellos.

En lo personal, me ha parecido una muy buena novela, hablando de ella como novela. Y hablando de ella como adaptación, también es muy buena, a mi parecer, pues en el auge de la saga, allá por finales de los noventas (¡joder!, ya son más de veinte años) solo jugué el RE 2 y el 3. No acabe ninguno, pues el 2 se me hizo complicado entonces y tiempo después el 3 se trababa (ya saben, historias del tercer mundo) Hace cerca de… tres años (como me siento viejo de recordar) jugué el remake del RE 1 seguido por el 2, y el 3 cuando se estrenó. Como sea, la cuestión es que hablando con quien si terminó el RE 1 original me di cuenta de las divergencias entre ambos títulos, pues yo no tenía ni idea que el que jugué era un remake, no lo indican en la portada, ja, ja; supuse que era un remaster. Por ende, al leer la novela hay partes que no me resultaron familiares, y por la forma de narrar los escenarios, más que las situaciones, evoca mucho a la remembranza de los escenarios digitales. Por ello es que en algunas partes de la mitad me costó leer con moderada agilidad, y de paso hacérseme un lio en la cabeza tratando de recordar sí esto o aquello pasaba o aparecía en el remake. El final del antagonista de la historia difiere del original, y es algo que no termina de agradarme.

Decantarme por un personaje favorito es por demás complicado, aunque sin duda me quedo con Jill y Rebeca no está mal, pero la prefiero en el libro anterior, más gallarda, más decidida e intrépida, sin importar su corta edad demuestra por qué es tan competente como cualquier otro de los S.T.A.R.S., aun siendo una novata. Chris esta delegado un poco a un segundo plano. Algo que muy en lo personal me pareció bien, ya que en el remake jugar con Jill es una pesadilla, la nerfearon, como se estila decir ahora, demasiado con respecto a la resistencia de Chris, solo por ser ñiña; algún día terminare el juego con Jill. ¡De veras que sí! Empaticé vastamte con Barry al verlo en tremenda situación, entre la espada y la pared.

 
Chis Redfiel
 Chris Redfiel, Cristofer Camporojo pa' los compas

 

Jill Valentine, Jill la más Valiente pa' los cuates

 

 

 

viernes, 26 de noviembre de 2021

Este dolor que no se irá

 Hoy, ella, cumpliría veintiséis años. En cambio… en cambio ya son más de diez.

Cuando pienso en ella, al menos ahora, aparece ante mí, con añoranza, gracia, pero a la vez con placer, el recuerdo de su rostro sonriente. Sus primorosas facciones gesticulaban la mitad del tiempo de ese modo, y la otra mitad en ellas se vislumbraba la nostalgia, la tristeza y el dolor de su alma. Siempre supo conllevar esos sentimientos, anteponiéndose a casi todo en la vida… casi todo. Ella era positiva tanto como podía, ante todo veía el lado positivo, y con algo de humor lo negativo.

Su fe era algo que entonces no compartía ni remotamente; no sólo en lo religioso, también hacia la vida misma.

A lo largo de estos años, cerca de estas fechas he hecho diversas cosas para honrarla. Desde un pequeño altar en Muertos hasta acudir a la iglesia a la que acostumbraba ir ella. Del mismo modo, algunos pensamientos y escritos sobre ella y mi pena he realizado en antaño. Recuerdo que en uno de ellos mencioné como la verdadera muerte es el olvido, y que recordar a los difuntos es honrarlos. Ahora también creo que hacer ciertas cosas que hacían es honrarlos, obviamente en las que creemos, las que se vuelven costumbre para bien y las positivas, desde formas de ver la vida hasta alguna manía o gusto en particular.

 

Jamás olvidare aquel momento, el momento en que me enteré. Fue un impacto enorme, dos frases muy usadas aplican para describir aquel momento: fue como un balde de agua helada y mejor siéntate. Fue tan repentino y horrible aquel suceso que la aparto de mí… de mí y de todo, que un tiempo después terminé por los suelos.

En un corto periodo de tiempo, en el cual se engloba su fallecimiento, también tuve que mudarme del que hasta ahora llamo hogar (en la actualidad, y a más de una década, sigo soñando con estar en él e incluso revivir grandes momentos allí), también mi abuelo falleció… un gran hombre. Todos estos eventos y algunos más me llevaron a sufrir de un trastorno obsesivo compulsivo, es algo que pocos saben, a pocos se los digo y a muchos menos les interesa sépanlo o no. Mucho me ha costado sobrellevarlo, pero lo he conseguido. Durante los primeros años, y en retrospectiva, es por ello que poco pensé en ella y su ausencia. El TOC en esos años iniciales fue un verdadero infierno, un aberrante lugar del que no veía salida alguna. Me sentí así cuando me informé sobre qué era lo que me pasaba; concluí qué si aquello era algo meramente psicológico, arraigado ya en mi mente, ¿cómo podría escapar de ello?

Años después es que la realidad de su muerte poco a poco me llevo de vuelta al abismo que es la depresión, al mar de la soledad y a la andanza en la desértica desesperanza. Jamás la volvería a ver, a escuchar, a sentir su presencia… Jamás podría decirle lo importante que era en mi vida, y se dice fácil y con mucha frecuencia, pero justo ahora desearía poder tenerla frente a mí y decirle como el conocerla cambio, y aunque fuera poco entonces, mi forma de ver y valorar a los demás; como desde que te conocí aprecio las pequeñeces de la vida y las minucias que nos hacen felices, entre tantas y tantas cosas más.

En este momento, con mis ojos acuosos, y como lo viví entonces, siento como la muerte, la ausencia, el desvanecimiento eterno y repentino de quien se ama duele, duele de forma desmesurada. Y no se va, no se irá, podrá aminorar, incluso ser llevadero, pero jamás se irá. El amor, un amor que emana y se guarece en el alma es el que se siente en el pecho, ahora lo sé; pues su ausencia también se sufre justo ahí. No por nada se dice que el amor y el alma se encuentran ahí.

La compunción, el sufrimiento y la pena me llevaron a tener que encarar lo más recóndito en mí, todo eso que está en muchos de nosotros y bien puede permanecer oculto por siempre; conviviendo entre ángeles y demonios es que uno puede o salir del abismo o… bueno, acabar mucho peor de lo que jamás podríamos imaginar.

Los recuerdos gratos, si bien dolían y me desquebrajaban el corazón y desgarraban la razón, a la vez me daban algo que no sé cómo describir más que como un poco de energía para seguir delante. Aún es así, por ello es que con nadie hablé o hablo sobre esto. En parte es también por la costumbre, con nadie he contado para superar y conllevar las putadas del a vida, y cuando tuve a ese alguien, a mi mejor amiga… la perdí. Eso hacía más grande mi sufrir, no poder contarle a ella lo mucho que me mataba su partida.

Al igual que el dolor no se va la ira puede hacer metástasis. Rabia hacia uno mismo, hacia el mundo y hacia quienes son responsables. Pero este sentimiento es más fácil de canalizar que el dolor.

En ocasiones siento que mucho de lo que era yo se fue con ella, para de igual modo no volver nunca. Si en el alma y el corazón una porción se desprende nada podrá llenarlo del todo, pues es a la medida de ese amor marchito, arrebatado de tajo, con abrupto; el corazón podrá cicatrizar, pero el alma o se encoje o se queda fisurada.

Vivir todo esto, pasar por esto pone tantas cosas en perspectiva… casi tantas como las que pone en tela de juicio. Las primeras te permiten avanzar mientras las segundas te frenan. La clave es encontrar un equilibrio y no volverse loco antes o después. De igual forma el dolor por el desamor debe ser un tanto equitativo, de no serlo desemboca en algo malo.

 

En la vida podremos amar a diversas personas, seres o lugares, todos ellos de forma diversa y variable en cuanto a intensidad y profundidad, pero jamás a dos del mismo modo, jamás. Si en verdad amamos debemos apreciar a ese alguien de verdad y con total sinceridad, sin hipocresía ni medias tintas. Es así que te digo, si amas a alguien de verdad piensa en como seria si de un momento a otro muriera, y si la forma en que la has tratado es acorde a como dices amarla. Es fácil enfurecerse con alguien y decidir, en el momento, que es mejor mandarlo todo al carajo, de la forma que sea, pero después y ante un acontecimiento repentino, los verdaderos sentimientos brotan y ese amor se transforma en dolor, sufrimiento y arrepentimiento que podrían durar hasta nuestro inevitable fin lacónico o prolongado. Lo mismo aplica en un sentido inverso, si amas a alguien que te ama piensa en el dolor que le causarías si murieras, lo digo pensando en eso egocéntricos idiotas que se creen que por que es su vida da igual lo que hagan o simplemente no piensan con claridad. Algo muy frecuente en la juventud.

 

Y es que el dolor de la muerte es cosa de los vivos. Muchas veces me preguntaba qué haría o diría ella en cierto momento o lo mucho que sé que le gustaría estar en ese momento y lo tanto que lo disfrutaría… como alguna vez la vi hacerlo en circunstancias similares. Cosas de la mente ante la añoranza.

 

Ya hace medio mes podía sentir que este mes sería “complicado” incluso pesado, por tratarse de su aniversario… Justo ahora no me siento tan sereno y centrado como quisiera. Decidí escribir esto para pensar en ella estos días, e inevitablemente han salido cosas, sentimientos y recuerdos que si bien no estaban enterradas si estaban asentadas en las aguas de la memoria. Porque el dolor nunca se va, y los recuerdos buenos y malos de un amor maravilloso tampoco lo hacen. Como dice la canción Amar es sufrir; y es que eso no le quita lo magnifico al amor, sólo lo hace lo más real, hermoso y humano de la vida… y espero volverlo a experimentar.

Aún ausente me hace mejor persona, y eso me da felicidad.

 

Quien ama de verdad llevará consigo ese amor hasta que su último aliento abandoné su cuerpo.

 

Ella era joven y bella… Y en el interior era infinitamente más bella.

 

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 D. Leo Mayén

 

 



domingo, 7 de marzo de 2021

Brillo de Luna


Brillo de Luna

 

Su rutilar es majestuoso, más aún si se la conoce al detalle, saber por lo que ha pasado, imaginar lo que han sido todos esos impactos que en Ella han dejado marcas, algunas más visible y evidentes que otras. Esto es buena parte de lo que la hace tan especial, incomparable e irrepetible en este universo. Lo primero a la vista, y grato a ésta, es su blondo fulgor natural. En mí resulta igual de extasiante esa negrura que corteja su nívea faz, a veces más a veces menos… pero siempre allí, visible o no. Los millares de misterios en Ella sólo acrecientan la fascinación por Ella, la admiración que, irremediable, se siente por Ella. De la disímil e innúmera existencia de musas Ella es la mayor y perpetua en la mente y sueños de todo buen hombre.

Su albura proyectada en las tinieblas de ese paraje hostil que llamamos Tierra me ha guiado por un mejor camino. Pues la penumbra persistente en esta existencia trata de seducir y acaecer en las almas de los simples mortales, como yo. Sin Ella la vida no sería lo que es, y yo lo que soy… o seré. Cuando en mis sueños brota, me es inevitable abrazarme a esa tenue y fugaz pero latente realidad en mí; así cuando vuelve ante mí, al exterior ennegrecer, la vida se me vuelva más grata. No siempre es así, pues su ausencia llega a ser larga, y mi corazón y ánimo lo resienten sin que pueda hacer gran cosa por cambiarlo, si no sobrellevarlo para subsistir y esperar no sucumbir ante la cerrazón  de la vida.

¿Y qué decir de la Luna? Es magnífica sin duda. Ha cautivado al Hombre, desde la fascinación ancestral —desde los albores de la humanidad— hasta los constantes hallazgos de los tiempos resientes, que muchas de las veces dan pie a más cuestionamientos que respuestas. ¡Y seguirá haciéndolo! Con Ella pasé algunas noches mirando el espejo solar en lo alto del firmamento. Aunque, a decir verdad, pasaba más mi tiempo merando a Ella mirarla, contemplando sus ojos fulgurar por el brillo del astro, que a la vez bañaba su tersa y sensual piel; su luz diáfana provocaba que sus labios esplendieran, incitando en mi un hondo e incontrolable deseo por ceñirme a su boca y por largo tiempo acariciar con tórrida pasión y obsesión nuestros labios hasta no poder nuestra bocas amelar por amor más.

Anhelo estar juntos mirando el cielo y la luna, el futuro y el pasado a nuestro lado… tanto como sé que tú lo deseas.

 

gny cnerpr zv nzbe ab prfn cbe gv, Oev.

 

 

D. Leo Mayén

viernes, 5 de febrero de 2021

Devenir a fenecer

Escrito el 26-03-19

Devenir a fenecer

 

Entre la vida y la muerte, se opta por la vida al implicar certeza, y se rechaza la muerte por incierta. (Bajo ciertas circunstancias, claro está).

¿La vida, a caso, es en verdad indudable en su naturaleza y sentido: prevalecer a toda costa, perpetuar el ciclo de reproducción, etcétera? ¿Más incluso al vivir y haberla vivido?

Creemos que la vida es algo certero por conocida y experimentada. La muerte, por otro lado, la “vemos” y sentimos con exuberante pavura, como algo incierto por ajena e ignorada en su gran totalidad; aunando, desde luego, a sus efectos y repercusiones sobre su contraparte (fenecimiento sobre subsistencia).

Pero... ¿no es la Vida, en su mayoría, lo más incierto que conocemos? ¿Y no es la muerte lo único certero y seguro para todo ser viviente; lo único irrefrenable y absoluto en nuestras vidas… en la Existencia misma?

Es innegable que nacemos con el claro y certero fin de morir; y vivimos sólo hasta fallecer (existiendo de forma conocida). Nos guste o no. Esto puede parecer muy obvio, y claro que lo es, pero, sin embargo, comprenderlo, asimilarlo como algo inmutable… Aceptarlo del todo y como parte del Todo resulta encontrarse en el piélago, a veces solo y a la deriva, a veces tranquilizador y aclarador para la mente y el alma, hasta llegar el final y ahogarse en la avasallante y macabra realidad.

Existir para morir es tan absoluto e irrefragable como que la muerte de algunos permite la vida de algunos otros.

 

“—¡Cálmate, Elidor! —Le pedía al tomarlo de los brazos—. No temas a la muerte… Lo que temes es la idea que tienes sobre morir, en conjunto con tu instinto de supervivencia. ¿Dime, acaso has muerto alguna vez?

—No. ¿Creo que no?

—¿Por qué temes a algo que no has experimentado? ¿Sólo por el hecho de aseverar que termina todo?  ¡Qué ese acto se evidencie como absoluto no quiere decir que sea conclusivo! (…)

 

—El mundo no es como creemos, o como deseamos creer… ni siquiera como lo pensamos (…)”

Fragmento de Andromalia: El hijo de la Reina.

 

La muerte es un enigma sempiterno así como la vida es un martirio…, un suplicio insolente.

El único que teme morir es quien respira; a lo que teme el exánime es… quizá… al olvido (la muerte en la muerte).

Los amados, por quienes entregamos y sufrimos, por quienes gozamos y lloramos, mueren con nosotros y no para nosotros; pues la muerte absoluta está en el olvido perpetuo, cuando se desvanecen con nosotros memorias y sentimientos. Entonces… mueren con nosotros.

 

 

D. Leo Mayén