martes, 26 de abril de 2016

Reseña: Lenochka

Esta reseña de nuevo trata sobre el libro, que aún no termino, titulado: «Los más bellos cuentos rusos». En este libro he encontrado cuentos que me han fascinado, sobre todo el que reseñe la vez pasada, y todos ellos con algo en común, y como lo dice el título del libro, bellos, en toda la extensión de la palabra.


Reseña: Lenochka
De: Alexandr I. Kuprin

Esta reseña de nuevo trata sobre el libro, que aún no termino, titulado: «Los más bellos cuentos rusos». En este libro he encontrado cuentos que me han fascinado, sobre todo el que reseñe la vez pasada, y todos ellos con algo en común, y como lo dice el título del libro, bellos, en toda la extensión de la palabra.
 El Coronel Vosnitzin viaja de San Petersburgo a Crimea, deteniéndose en Moscú, donde vivió su infancia y juventud. El deseo de volver a los sitios que le vieron crecer, surgía de su pensamiento hacia la muerta, algo ya no frívolo como antes, sino como algo temeroso. El general visita algunos sitios como su antiguo colegio, la escuela de cadetes, entre algunos. Más tarde, se embarca en, lo que me parece, un ferri o algo por el estilo; viajando en primera, y siendo él y una mujer acompañada de su hija los únicos en primera, el viaje le fue placentero; llegando a dormir tan profundo como no hacía en meses o años.
 Al desayunar, la mujer a la que me réferi antes, se hizo presente; al mirarse a Vosnitzin le pareció que había algo familiar en ella, cosa que desapareció pronto en él. Aumentando el calor, el coronel subió a cubierta, seguido por la mujer, donde se dedico largo rato a dar vuelta tras vuelta; en una de ellas, al mirar de nuevo a la mujer retornó esa sensación de conocerle, pero siguió dando vueltas, cada vez más se acrecentaba esa sensación, pero no conseguía recordarla de nada. Y de improviso, al pasar de nuevo cerca de ella, le saludo y entablo conversación con ella. Conversando la mujer le confiesa ser víctima de semejante sentir; ella le dice su apellido: Lvova «apellido de su esposo», con la esperanza de que le fuera familiar, pero no fue así. Él, al revelarle el suyo, de inmediato la mujer se lleno de júbilo; y tras darle ella ciertas pistas sobre su identidad, Vosnitzin atino a reconocerla, de su infancia como Lenochka.
 Siendo esta la que me parece la parte más trascendental y bella de la historia, resumiré los hechos. Conversando ambos y recordando su infancia —algo que, de cierto modo me cautivo llegando a verlo con casi total claridad—, resonando en él el amor no correspondido que recibió de parte de ella, algo que, ahora Lenochka veía como algo más y simpático, quizá, pienso yo, por la lejanía de los años con respecto a aquellos sucesos. Varias páginas relatan lo que vivieron juntos en su infancia, y en compañía de un amigo mutuo Arcadio —poco mencionado—.
 Más tarde le presenta a su hija, recordándole a Vosnitzin a su madre en aquellos tiempos pueriles. El final de la historia me parece sumamente conmovedor; evidentemente no hablare de el por obvias razones.


D. Leon. Maýen


Escribiendo la reseña y reflexionando al hacerlo, creo que de algún modo me ha gustado, además de ser una buena historia, por temer que me pase algo semejante en el futuro. Como sea espero les haya gustado la reseña, y en el caso de que la lean me gustaría saber su opinión.

miércoles, 20 de abril de 2016

Tus besos (El último beso)

Esta vez me temo, no tengo que decir.


Tus besos (El último beso)


Beso tras beso, mi corazón llenas de júbilo.
Día tras día sin tus besos mi alma se llena de desconsuelo.
Dame un beso para acallar mis culpas.
Dame un beso que aclare mis dudas.
Dame un beso que me llene de alegría.
Dame un beso para poder soñar.
Dame un beso antes de que te vayas.

Jamás me des un beso para que te olvide, pues ese beso mi corazón llenara de pena y dolor, al ser nuestro último beso.



D. Leon. Mayén


Tus besos (El último beso) - CC by-nc-nd 4.0 - D. Leon. Mayén

viernes, 15 de abril de 2016

Alcohol, mujeres y un payaso

Cuento.
Segundo cuento que comparto aquí. Tras terminar con el primero, casi de inmediato ya me encontraba pensando en el segundo, siendo este el resultado (aunque claro con algo de trabajo creativo y desarrollo). 
Durante el tiempo entre este relato y el anterior, acudieron a mi mente diversas historias a desarrollar, mismas que en un futuro próximo plasmare aquí.
Espero la disfruten tanto como yo al crearla.



 Alcohol, mujeres y un payaso 



Pasan, me parece, de las cinco de la madrugada, en casa de Fermín, bueno, de sus padres. Botellas de alcohol a media vida se encuentran desperdigadas por todo el lugar; en la mesa, en el piso, incluso en los, hasta hoy, inmaculados sillones antiguos heredados por su abuela.
Yo, ah-h-h… yo estoy hastiado, para variar y como de costumbre. Realmente no se qué hago aquí, pero creo que no todo es tan detestable en esta situación; me entretuve mirando a los especímenes, «Ja», llegar a la morada donde saben podrán, en su mayoría, perder la conciencia, anestesiar sus sentidos al embriagarse, llegando a —cuando menos en pretensión— sosegar lo que persistentemente aqueja sus almas; algunos más, y lo sé porque notó su actuar, simplemente se dejan llevar por el grupito, resultando ser tanto o más estúpidos que sus “maestros”. También hay quien aparenta tomárselo personar al inclinar la botella, como si de algún deporte nocivo se tratase, o quisieran batir un record. Como sea.
Sentado a la mesa del comedor, a unos centímetros de alguien que ni conozco —sobre la mesa—, aún no supero mi enfado con Fermín, por sus comentarios estúpidos, cuando volvía del sanitario, prediciendo que sería amargado e infeliz hasta mi muerte, y bien debería buscar alguna vieja, como suele referirse hacia las féminas, para pasarla bien; dio nombres, incluso insinuó lo grande que era la habitación de sus padres, y otras tantas idioteces. En este momento, muchas de las “viejas” que mencionó, se encontraban en el suelo o en las camas “bien acompañadas”; realmente, algunas abandonadas tras saciar el grotesco apetito de sus “hombres” de una noche.
Arto de la mesa y su inquilino, me levante y me dirigí a la sala. Antonieta, me parece, estaba arrumbada en el cómodo sillón individual del rincón —mi preferido desde hace tantos años ya, cuando Fermín y yo descansábamos terminadas las tareas—, la jale hacia mí, la cargue con dificultad, pues era mero peso muerto, y la arrastre con problemas hasta uno de los sillones antiguos, donde la coloque con cuidado; en ningún momento advirtió mi presencia ­—de haberse tratado de otro, bien podrían haber abusado de ella y ni enterada—. Me deje caer en el sillón y me arrellane a mis anchas; Antonieta se giro, y resbalaba flemáticamente, hasta acabar de golpe en el suelo. «¡Auch!» exclamó y no tardo en volver al pesado mundo de los sueños.
De entre la obscuridad del corredor, al fondo, se aproximó Fermín. A saber con qué idiotez saldrá ahora.
—No seas estúpido-o-o. —me decía con botella en mano, arrastrando las palabras de lo feliz que se encontraba, y con rastros de vomito en la ropa—. ¡Porque no haces lo que digo-o y vas a por una, una…
—¿Vieja? —Su briago estado le impedía ya completar las oraciones—. Idiota —musite.
—¡Eso-o! eso. Sabes­ —hablaba mientras arrastraba una silla al frente de mi—, he llegado-o a pensar que eres mariquita-a. Novia… no-o tienes. Y —le nació un eructo sorpresivo (extenso y sonoro)— no andas siguiendo persiguiendo algún trasero. Ja-ja. Como perrito-o-o ¡Guaf-guaf! —Por alguna razón, quizá costumbre, ya me inmutaba ante sus befas de alcohólico.
Le mire con fijeza y seriedad por largo rato, mientras me escupía sus tonterías y saliva al rostro. Bla-bla-bla-bla, es todo lo que oía. Cada vez su discurso languidecía, hasta quedarse por completo dormido frente a mí. Cuando no pudo sostener por más la botella de cristal marrón y resbalo de sus siempre torpes manos, me recline en mi asiento, me acerque a él sin despegarme del sillón y, con fuerza, le abofetee —el golpe para cerciórame de su estado se escucho por toda la casa—; y comencé a hablar:
—“Viejas”, usar esa palabra así lleva a un doble sentido contradictorio, sólo reluces tu estúpida ignorancia y vulgar carencia de decencia. A estas alturas dudo que conozcas o llegues a tener la fortuna de conocer a una mujer con todas sus letras, sin contar a tu madre y hermana. No las niñas inmaduras y bobas que yacen aquí, sin saber que quieren en realidad o poseer un remoto respeto propio; y de sus pretendientes ni hablar.
“Habiendo tantas formas de perderse en uno mismo, optas por el alcohol —hice una pausa reflexiva—. Supongo que son peores mis maneras; más subversivas a los sentidos y la percepción, embriagantes como pocas, y en los momentos sombríos autodestructivas. Lo peor del caso en mi perniciosa “situación”, es que no requiero ingerir nada para tocar el abismo obscuro y desolado que seguramente en algún momento golpearas… mi ejemplar amigo. Pero bueno, para que contarte esto si mi amarga soledad es solo cosa mía.”
Me puse de pie y me serví un trago, —de las botellas ocultas de su padre, al fondo de un estante; poco me importaba si le habían prohibido tomarlas—. Regrese al sillón. Bebía, tomando la copa con elegancia, erguiendo el dedo meñique —algo que me causaba mucha gracia—, y continúe con mi soliloquio:
—Sabes, si no salgo con alguien o ando tras alguien, es por… no son… Me cuesta encontrar a alguien que no se pueda catalogar como común. —Pausa reflexiva—. Podría ser que busco a alguien especial, diferente, única; alguien que me haga… abandonar mi fatídico modo de “vivir”, si es que esto es vida; que me eclipse por quien es, y no trate de impresionarme por quien pretende ser: enmarañándose en una mentira propia y con la esperanza de que caiga en sus falsas pretensiones. Pero es mi culpa, supongo —decía meneando la sustancia en la copa, mientras la sostenía por debajo—; ¡una oveja negra entre lanas blancas! —proclamé con profunda vehemencia, alzando la mano (por lo visto las copas se me estaban subiendo ya)—. Me basta con encontrar alguien con quien conectarme, con quien compartir un sentimiento de plenitud en compañía de ella. Que pueda ver más allá de cómo me veo a mí mismo, y me lo demuestre; pero sin fantasías ni tonterías, que me convenza de ello mediante lógica y, sobre todo, hechos, por poco tangibles que puedan parecer.
Tomé la copa que asía, y la arroje contra la pared —era meramente un capricho que tenía desde hace tiempo —emulando películas—, pero la copa sólo revoto en el muro.
Me sumergí en mis delirios mentales, esos a los que me refiero como pensamientos críticos, reflexivos y/o introspectivos; mi mayor defecto en la vida, mi eterna maldición y segura perdición.
Mirando a mí alrededor, al tiempo que cavilaba sin concretar nada en específico o pretendiendo algo —tras no se cuanto tiempo—, noté en el bolsillo trasero de Antonieta, un marcador con el que dibujó en los vasos caritas de todos tipos y gestos —dependiendo de cómo veía a quien se los daba. «¡Toda una artista!», creo yo—.
—Sabes, Fermín, constantemente me pregunto porque seguimos siendo amigos… porque te frecuento aun cuando te conozco casi a la perfección, se de tus vicios de sustancias como de mujeres, perdón “viejas”. —Cerré un ojo y moví la cabeza en busca de perspectiva—. Descaradamente has llegado a tener tres a la vez como tus novias oficiales. Ja-ja, maldita tu suerte, todavía no te pillan. —Le tome de la barbilla y le gire hacia su derecha, para continuar mi labor—. La fortuna se agota amigo. Sigo sin creer que te zafaras de aquella vez que enviaste un texto, «M-m-m», de manera equivocada. Te saliste con la tuya y al poco la cortaste ¡todo un caballero! Tal vez por eso seguimos como amigos, quiero presenciar tu fatídica caída, ja-ja. Además, tus “aventuras” desaventuradas me son tan divertidas. —De igual modo lo gire a su izquierda—. Para muchos no eres más que el bufón que les alegra la vida a costa propia, algo que parece no importarte —Le observe por todos ángulos y sí, creo que sí—; m-m-m… listo.
A punto de irme, pues el sol comenzaba a brotar, desenfunde mi móvil y capture la belleza de mi obra maestra, esplendida y gratificante, «me sentía orgulloso de mí mismo». Me dirigí a la puerta, silenciosamente por la alfombra, y al abrirla, al otro lado se hallaba, cercana a la liviana madera, Camila, hermana de Fermín. Al mirarnos, sus mejillas cambiaron a un tono ligeramente colorado.
—¡Ho-hola! —dijo tímidamente entre sonriendo. La salude de igual modo.
Estando ya al otro lado de la puerta, me detuvo preguntándome si quería tomar un café. Lo pensé con brevedad y acepte cordialmente su invitación.
Nos sentamos en uno de los sillones antiguos, pues la mesa seguía “ocupada”; y, con Antonieta a nuestros pies charlamos largo rato; tocamos diversos temas, sus estudios, el simplón que tiene por hermano, y más que nada, me hizo cuantiosas preguntas relacionadas sobre mí; inclusive me confesó haber pasado largo rato escuchándome hablar con su hermano, al no llevar llaves para entrar; me dijo que ojala a ella la escuchara de igual modo cuando le cuenta algo, y de la misma manera no le juzgará —mientras me lo decía me esforzaba por contener mi risa—.
Al despertarse Fermín, con la playera toda babeada y desorientado, básicamente crudo, Camila y yo no pudimos evitar romper en risas al mirarle, aparentaba ser algún nativo de alguna región remota, con todo el rostro pintado de forma precisa y simétrica. Él claro, no se entero de nada. Únicamente atino a cuestionar a Camila sobre que hacia aquí, a lo que ella respondió estar de visita tras una semana de arduos estudios.
Todos los briagos, ahora crudos, se largaron, y con ellos Fermín, pues seguirían la fiesta en casa de alguien más; y, quedándonos solos seguimos conversando y bebiendo café.


D. Leon. Mayén


Alcohol, mujeres y un payaso - CC by-nc-nd 4.0 - D. Leon. Mayén

jueves, 14 de abril de 2016

Esta mañana, otra mañana

Publicado en Tumblr el: 14-8-15

Esta mañana, otra mañana


¿Cómo es que puedo levantarme de nuevo?
Un día más de lo mismo.
Hago lo mismo de cada día, por los últimos… yo que sé desde cuando, los días sólo se juntan como polvo.
Me pregunto cómo es que cada día persiste el mismo dolor que llevo dentro, acreciendo. Mientras, como, duermo, hablo y vivo o trato de hacerlo, sin poder sacar este sentimiento desolador y profundo que llena el hueco donde se alojaba lo que tuve, por lo que viví.

No importa cuánto me duela o canto sufra, esta sensación, este sentimiento no se marcha, no abandona mí triste cuerpo sin vida.


D. Leon. Mayén

martes, 12 de abril de 2016

Cerca, cerca de mí.

Leer esto me traslada a un tiempo muy concreto, no muy lejano en sentido, no así en percepción: nubloso, melancólico, desolador y doloroso para mí. Ha avivado la llama de lo que sentí, y había enterrado, tan hondo en mí que siquiera lo recordaba en lo más mínimo, hasta hoy. Podrá ser un texto corto, pero el sentimiento que resguardan estas letras es enorme.



Cerca, cerca de mí.

Aún no sucede, pero siento como si hubiese sucedido o estuviese por suceder.
Siento de nuevo el frió de la soledad, las profundas heridas del abandono que se vuelven a abrir.
Ya puedo sentir las lágrimas que caen de mi rostro, porque te has ido… sabiendo que esta vez no volverás, sabiendo que lo que tuvimos es para siempre… pero en algún momento tendrá que terminar.


D. Leon. Mayén

domingo, 10 de abril de 2016

La Última Noche

Publicado en Tumblr el: 8-4-15

Por este "pensamiento" es que, en parte, comencé a publicar en Tumblr. La imperiosa y dolorosa necesidad de sacar de mi pecho lo que me a afligía, que en esos momentos era ya insostenible. Para mí es este, sin duda, el más significante y hermoso pensamiento: por lo que conlleva en él, lo que se halla tras bambalinas, lo que en principio me “inspiro”, y más aun lo que me recuerda: sentimientos encontrados, contrastados.
Hace tan sólo dos días, se cumple un año que lo publique, todo ha cambiado… Lo que respecta a mi sentir hacia ella, por más que no lo quisiera, se ha acrecentado: nostalgia, aprecio, valor, respeto, admiración, anhelo…
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La Última Noche


Aquella noche… la última.
Nuestra noche. Un lapso de tiempo en el cual infinidad de eventos ocurrieron, pero, mientras todos eso sucedía, yo vivía a tu lado el momento más magnifico y maravilloso de mí existir.
Algo que sé perdurara no sólo en mi memoria, más que eso, en mi ser, en lo que soy a partir de ese momento, lo que seré; algo que lo cambió todo.
A lo que me refiero es el momento en que pude mirar “dentro” de tu «corazón». No es sólo que lo haya visto, sino que, fue posible porque me lo permitiste, dejándome verte como mujer: compartiendo tus más profundos sentimientos, escuchando tus temores e inseguridades, mostrándome tu fragilidad y confiándome tus secretos, esperando con temor que no te juzgara.
¿Cómo podría hacerlo? Sabiendo yo mejor que nadie que quien merece ser juzgado soy yo, por haberte lastimado: haciéndote derramar lagrimas por mí, por no valorarte lo suficiente, por no escucharte tanto como merecías; siendo yo el único quien sabe perfectamente él porque de mis acciones, algunas egoístas, otras tantas por idiota y no sé cuantas por cobarde; idiota sería al pedir tu perdón, pues no lo merezco.
Promesas rotas, verdades ocultas, llamadas perdidas.


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Espero que si has leído esto, al igual que yo no olvides…
También espero aun, de algún modo, me ames, por mas diminuto que sea.

¡Siempre estarás en mí, Bri!

viernes, 8 de abril de 2016

Reseña: La campesina disfrazada

Reseña: La campesina disfrazada.De: A. S. Pushkin



Comenzare por cómo es que este magnífico «compendio de caracteres» llego ante mis ojos. De forma casual, mirando en la página web de una de una de las librerías que frecuento, descubrí por casualidad la existencia —en busca de obras de un autor—, del libro de diversos autores rusos titulado «Los más bellos cuentos rusos» de: Editores mexicanos unidos; casi de inmediato, y motivado por mi admiración por el cuentista Anton P. Chejov, me arroje a adquirirlo. Tras “agonizar” con las letras de Alan Poe, plasmadas en sus relatos,  es que le he podido meter mano, ja-ja, a esta compilación de escritores rusos; y en parte debido a mi ocupada “agenda literaria”.

Curiosamente este cuento al que hago alusión es el primero en el libro. La narración se desarrolla en una de las provincias del Volga (a principios del siglo XIV); comienza por contarnos sobre dos hombres: Ivan Petrovich y su hijo, quien pronto hará presencia en la historia al retornar de la universidad, y prepararse para formar parte del ejército, pese a las negativas de su padre. Y, su vecino inmediato, Gregorio Ivanovich, de manías anglófilas, y su joven hija; ambos hombres enemistados.
La hija, curiosa hacia el hijo de Petrovich, interroga a su querida criada —con quien no tenía secreto alguno—, al volver esta de la propiedad de los Petrovich; asiendo que le cuente todo sobre el muchacho, así lo hace; y, a la mañana siguiente se escabulle con destino al bosque; previamente con ayuda de sus criada confecciono ropas al estilo de campesina, para así, encontrarse por “casualidad” con el muchacho en el bosque donde sabe suele ir de caza. Él se encuentra repentinamente con ella, quien pese a ser una simple campesina le cautiva con su particular belleza —pues no es alguien despreciativo. Intercambiando palabras, ella miente sobre su nombre, procedencia y familia. Insistente el muchacho sobre verle de nuevo la joven le indica que volverá, cuando, al día siguiente.
 De regreso en su casa, la muchacha decidió no acudir, contrariándose de inmediato al temer que acudiera con el herrero, de quien aseguro —falsamente— ser hija.
El hijo de Petrovich, pasó todo el día pensando en ella; al amanecer se encontraba ya esperándole en el bosque; ella acudió pidiéndole que cesaran con sus encuentros, al confesar este sus sentimientos ella de nuevo acceda a sus encuentros. Así pasaron numerosos días, sin ella confesar sus verdades.
Un día uno de los padres, se hallaba de caza, y el otro recorriendo sus britanizadas tierras. Ambos se encontraron, y tras un accidente de uno de ellos el otro acude en su ayuda, dejando a un lado sus diferencias.
Resumiendo: padre e hijo acuden a casa de Ivanovich, donde, la falsa campesina temiendo ser descubierta, efectúa un particular “espectáculo” para evitarlo. Más tarde ambos caballeros hablan sobre el casamiento entre sus hijos, motivados por afianzar su amistad. Lo demás lo omitiré con la esperanza de que como yo —­y si se ven interesados en hacerlo—, lo lean. El final aunque algo incierto es de mi agrado.

NOTA: No le he resumido con absoluta precisión en los detalles.

Considerándome como un hombre pasional, en diversos sentidos, una de ellas es, sin duda, el romance, en la literatura pero sobre todo la expresión material de este sentimiento. Aunque también, en otra vertiente —y, siendo un ramal que tal vez parte de las mismas raíces— se encuentra la melancolía y tragedia, la desolación, soledad y profunda tristeza; usualmente siendo más lo que escribo que lo que leo.



D. Leon. Mayén

martes, 5 de abril de 2016

Recuerdo y olvido

Escrito al releer: ¿Qué si te amo?



Recuerdo y olvido

Hace cerca de un año que escribí «¿Qué si te amo?». Durante un tiempo considerable me olvidé por completo del hecho de haberlo hecho, más aún del porque —Lo que me llevó a escribir esto, (en principio como una introducción)—. Releyéndolo, inevitablemente encallaron en mí consiente, recuerdos… bellos y maravillosos recuerdos, provocando que la aflicción se desbordara de mis ojos; evocando, lo que en su tiempo fueron buenos momentos… melancólicos ahora.
No sé que es más doloroso, recordarla u olvidarla. Revivirla a fragmentos en mi mente, los momentos juntos, el pasado… por mucho que duela; o pretender dejarla a un lado, lo que fuimos, lo que fue, lo que fui y lo que me guió a quien orgullosamente soy, y, cargando consigo todo lo que implica, aparentemente volviendo de forma fatídica e inevitable desde las sombras.
Una buena vertiente del recuerdo es el olvido: en esta, no se puede recordar sin antes haber olvidado. Retornando a la mente lo que no estaba, hasta ese momento, de manera inmediatamente consciente; y así, formando “un pensamiento del pasado”: evocando emociones, sentimientos, sensaciones, aromas, ideas, etc.
¡Olvido! algo inevitable en nosotros e indeseable a la vez. Damos vida a fotografías, audios, vídeos, escritos u objetos plasmando e impregnado en ellos lo que somos, para después revivirlos en nuestra “caja de recuerdos”, particular y privada, al percibirles de nuevo o por otros —por algún otro motivo resultan simples venalidades, vanidades o narcisismo desmedido—; alguna vez fue nuestro presente y, en instantes, convertido de manea eterna en el pasado, difuminándose mayormente en el olvido.
Podemos despreciar o atesorar esas memorias, sean estas buenas o malas, en ese momento en el que ya será nuestro presente; generalmente malas por lo que nos traen al ahora o por que se han “distanciado” de nosotros.


¡De nuevo cómo la extraño!



D. Leon. Mayén

Recuerdo y olvido - CC by-nc-nd 4.0 - D. Leon. Mayén

¿Qué si te amo?

Publicado en Tumblr el: 30-7-15


¿Qué si te Amo?

¿Me preguntas qué si te amo?
Si lo que quieres es oír como mis labios forman las palabras «Te amo» lo haré. Aunque, creo que eso, serian sólo palabras: ¿Cómo sabrías que es cierto, o peor aun si te miento?
¿Has sentido el amor antes? Puede que para ti el amor sólo sea lo que te han dicho que es. ¡El verdadero amor! No sé si yo lo he sentido; o si lo sentiré algún día antes de morir.
El ser amado no es que te digan «te amo», es más una acción que una palabra, el amor se demuestra, se “palpa” con los sentidos.
Si te amo lo sabrás, o eso espero. Tenemos toda la vida para descubrir que es el amor, juntos. Si así lo deseas.
Ahora no te amo, pero sé que seguramente mañana lo haré. Inevitablemente me encanta tu sonrisa, tu risita inocente, tu forma de mirar el mundo y todo lo que te hace ser tú.
Esto es lo que debí contestarte; supongo es de esa veces que tardas en responder lo correcto. Más de seis años tarde… ¡Pero sé que decirte ahora sólo porque ya no estás conmigo! ¡Aunque ahora más que nunca estés aquí!



D. Leon. Mayén

¿Qué si te Amo? - CC by-nc-nd 4.0 - D. Leon. Mayén

lunes, 4 de abril de 2016

Tras de mí

Publicado en Tumblr el: 27-7-15



Tras de mí


Huyo de ti… de mis recuerdos en los que te hallas. Huyo de esta realidad sin ti, oscura y sin sentir, fría, amarga e insociable.
Huyo de la verdad. Verdad que me mata lentamente cada mañana que recuerdo que se ha terminado y no volverás.
Que tanto pasara, y que tan lejos huiré antes de que nuestro pasado me dé alcance: recuerdos, emociones y todo lo que nos unió… nos une; ahora me lastimará, haciendo que deseé buscarte, correr hacia ti sin importar dónde o con quien te encuentres.
Pero, no lo haré, lo mejor para ambos… para ti, es que huya de ti, y hagas tu vida lejos de mí.




D. Leon. Mayén
Tras de mí - CC by-nc-nd 4.0 - D. Leon. Mayén

Caminando por la alameda

Caminando por la alameda


Desde hace pocos años, he adquirido el gusto por bagar y tomar fotografías, sobre todo en lugares concurridos, de interés o que atraigan mi atención; en general por donde me halle pululando, ja-ja.
Llevo cientos de fotos tomadas, y son pocas, sino es que nulas, de las cuales no tengo recuerdos vinculados en ellas; reflejando de algún modo mi manera de ver y pensar, y, más aun de sentir.

domingo, 3 de abril de 2016

Hechizado

Publicado en Tumblr el: 24-7-15

Hechizado

Como olvidar, ese momento… el momento del primer beso.
Cuando miraste en mis ojos el nerviosismo, la duda y mi inseguridad, mientras colocabas tu mano en mi mejilla tiernamente, justo antes de rodear mi cuello con tus manos, para así besarnos. El primero de tantos, pero único como ningún otro, e inolvidable; como el verte por primera vez.
En el preciso instante en que tus dulces labios tocaron los míos, sin saberlo, me hechizaste; lo cambio todo aquel beso.
Mi primer beso, el más maravilloso, con el que aún sueño, el que jamás olvidare… el que me hechizó a ti.
Un hechizo te volvió mi todo, mi obsesión, mi locura, mis lágrimas, mis noches en pena, mis días amargos y solitarios, sin tu corazón cerca del mío.
Ese beso hechizado, que encendió una llama en mi pecho, que sin saberlo… me consumiría desde dentro; siendo la llama que alguna vez dio vida a la pasión que llenó mi vida, ahora se ha convertido en la flama que me consume, por no tenerte para controlarla. Mi tormento, y, ahora mi maldición.

Sólo deseo que nuestro último beso sea cómo el primero, ¡único e inolvidable!


D. Leon. Mayén

Hechizado - CC by-nc-nd 4.0 - D. Leon. Mayén

sábado, 2 de abril de 2016

Si te lo dijera

Publicado en Tumblr el: 22-7-15



Si te lo dijera


Si te dijera lo tan obsesionado que me tienes, como pierdo la cordura por ti, y, el profundo dolor  que me causas… quizá te asustaría. Es por ello que, sólo vez mis alegrías, mis sueños, lo mejor de mí.
Si contaras las lagrimas que he derramado por ti; sabrías que podría ahogarme en ellas.
Si te dijera el miedo que siento por perderte, por decepcionarte, porque me dejes de amar, lentamente hasta que sólo sea para ti uno más… en tu pasado. Pero, sobre todo, a lastimarte y que me odies por ello.
Sé que si te dijera todo esto que siento y más… y aun así, no huyes de mí… Sabré que me amas más de lo que yo te amo; porque, podrías sentir lo mismo que yo y aun así alejarte.


D. Leon. Mayén

Si Te Lo Dijera - CC by-nc-nd 4.0 - D. Leon. Mayén