Es curioso pero, con respecto a mi estado anímico contado en el siguiente texto... creo estar igual, si no es que peor.
Bloqueado, destrozado
Siento ardientes ganas de escribir, mas no sé
sobre qué. Un cuento quizá, alguna historia larga, sobre mi amor-desamor… sobre
ella.
Desbloquearme lo logro con tiempo o buscando algún
pensamiento navegando errante en mi cabeza, como tantos y tantos; o sólo
escogiendo un proyecto aún en el aire, orbitándome a la espera. De cualquier
modo esto es más fácil que recordarla o pensar en ella, en aquellos tiempos
lejanos; sentir algo hacia ella que me de aliento para vivir… ¡Maldita sea!,
este amor me terminará matando sin remedio.
La vida resulta un estúpido dilema sin remedio. Es
algo de lo que más aborrezco en ella. ¿A dónde me llevará haberla amado? No lo
sé. Pero, lo que sí sé es que no sería quien soy sin haberla conocido, amarla,
amado; sin cada uno de los pasos previos, aborribles, martirizantes e
imperecederos que moran en mí sin poder desecharlos; cada paso que me llevó a
ella, sosegando el pesar y la bruma de entonces. Paso a paso caminé hacia ella,
sin saberlo o quererlo; ahora alejándome… sabiéndolo y queriéndolo… y no.
En ocasiones, por extensos ratos me duele ser yo,
ser como soy sin remedio alguno —por situaciones y aspectos inmutables e
invariables por mí, más allá de mi voluntad—; y en otras aprecio y disfruto de
quien soy. Tal vez algo común en todo nosotros, pero constantemente me cuesta
creerlo. Vivir condenado a esta ambivalencia que desconozco a donde me
llevara…, sin ella, mi cura, mi aliento, mi esperanza y razón de vida.
D. Leon. Mayén