martes, 1 de noviembre de 2016

Día de muertos

Si llegaste aquí al terminar de leer Este bosque maldito, veras que esto está relacionado indirectamente; ya que lo escribí publicando el cuento, por tanto algo se me quedo, supongo.

Día de muertos 


Un día, una tradición no una celebración o festividad frívola —a mi ver— como la de ayer, la extranjera a estas tierras ancestrales desde aquí y más al sur —y no es que me oponga o no la disfrute pero nada tiene que ver con ésta de la que hablo—; que ya no sé si es lo que debería ser idóneamente entre tanto anuncio basura que se cuelga de la fecha y la grotesca realidad que se vive. Y discrepo en lo de festividad puesto que esta palabra denota festejo, disfrute o algo similar; y no creo que Día de Muertos sea para festejar ni siquiera el estar vivos, eso es negación simplona a un hecho irremediable —muy por encima del aberrante lugar cruel en que vivamos—, sino más bien debería ser, idóneamente tal vez, para honrar de algún modo, por muy nimio que éste sea, a quienes quisimos y a los que quisieron quienes queremos; para recordar con cariño y afecto, «pues el olvido es la muerte definitiva», a quienes ya no están y desearíamos estén; para reflexionar y apreciar a quien se tiene; aceptar las cosas como son y esforzarse por llegar al final de la senda de la mejor manera posible.
¡Siempre me ha parecido fantástico, asombroso y admirable!, que en algunas comunidades o pueblos lejanos sigan preservando esa tradición heredada, de las cual algunos sólo se sirven para rellenar mentes y espacio por medio de una “nota informativa”, de cómo los cementerios se llenan con velas y flores, incluso creando caminos con pétalos de flor de cempasúchil —un icono de este día— hasta sus casas, para que las almas de los difuntos no pierdan el camino; mientras en las ciudades, algunos muchos, sólo visitan el cementerio una vez al año, dos o tres si a caso —Día de la Madre, y del Padre, dependiendo—, pues es la costumbre, al igual que no afrontar la muerte con ayuda o, quizá, entereza y aceptación por sobre ese leve pero eterno miedo, culpas y arrepentimientos. ¡Aunque sé muy bien todo esto puede llegar a ser hondamente doloroso!
De muchos y muchas he oído que Halloween, después de navidad, es su día favorito, o viceversa. Para mí, por sobre, casi, todos los días del año, este es mi día, no favorito, más bien predilecto, es complicado; y es que sé es un día que simboliza algo tan humano, tan de toda la vida y todos los tiempos, eso que por sobre todas las religiones, todas las culturas y los tiempos resulta de algún modo tan semejante, y es el recuerdo, el cariño que se tuvo, los momentos aun vivos en la memoria… pues todos, o casi todos, hemos perdido o ha fallecido alguien, o varios, de quienes queremos.
Y, pensándolo bien, un día como hoy y mañana, sí vale muchísimo valorar la vida y la de los que amamos en armonía con los que se fueron o ya no están. Pues algún día seguro seremos uno de ellos, y que mejor que partir sabiendo un día así nos recordaran con cariño, poniendo una ofrenda con nuestra imagen y entre todo eso que en vida disfrutamos con placer. ¡Posiblemente esta parte, este hecho si haya que celebrarlo!



D. Leon. Mayén

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