Día de muertos
Un día, una tradición no una celebración o festividad
frívola —a mi ver— como la de ayer, la extranjera a estas tierras ancestrales
desde aquí y más al sur —y no es que me oponga o no la disfrute pero nada tiene
que ver con ésta de la que hablo—; que ya no sé si es lo que debería ser
idóneamente entre tanto anuncio basura que se cuelga de la fecha y la grotesca
realidad que se vive. Y discrepo en lo de festividad puesto que esta palabra
denota festejo, disfrute o algo similar; y no creo que Día de Muertos sea para
festejar ni siquiera el estar vivos, eso es negación simplona a un hecho
irremediable —muy por encima del aberrante lugar cruel en que vivamos—, sino
más bien debería ser, idóneamente tal vez, para honrar de algún modo, por muy
nimio que éste sea, a quienes quisimos y a los que quisieron quienes queremos;
para recordar con cariño y afecto, «pues el olvido es la muerte definitiva», a
quienes ya no están y desearíamos estén; para reflexionar y apreciar a quien se
tiene; aceptar las cosas como son y esforzarse por llegar al final de la senda
de la mejor manera posible.
¡Siempre me ha parecido fantástico, asombroso y admirable!,
que en algunas comunidades o pueblos lejanos sigan preservando esa tradición
heredada, de las cual algunos sólo se sirven para rellenar mentes y espacio por
medio de una “nota informativa”, de cómo los cementerios se llenan con velas y
flores, incluso creando caminos con pétalos de flor de cempasúchil —un icono de
este día— hasta sus casas, para que las almas de los difuntos no pierdan el
camino; mientras en las ciudades, algunos muchos, sólo visitan el cementerio
una vez al año, dos o tres si a caso —Día de la Madre, y del Padre,
dependiendo—, pues es la costumbre, al igual que no afrontar la muerte con
ayuda o, quizá, entereza y aceptación por sobre ese leve pero eterno miedo,
culpas y arrepentimientos. ¡Aunque sé muy bien todo esto puede llegar a ser
hondamente doloroso!
De muchos y muchas he oído que Halloween, después de
navidad, es su día favorito, o viceversa. Para mí, por sobre, casi, todos los
días del año, este es mi día, no favorito, más bien predilecto, es complicado;
y es que sé es un día que simboliza algo tan humano, tan de toda la vida y
todos los tiempos, eso que por sobre todas las religiones, todas las culturas y
los tiempos resulta de algún modo tan semejante, y es el recuerdo, el cariño
que se tuvo, los momentos aun vivos en la memoria… pues todos, o casi todos,
hemos perdido o ha fallecido alguien, o varios, de quienes queremos.
Y, pensándolo bien, un día como hoy y mañana, sí vale
muchísimo valorar la vida y la de los que amamos en armonía con los que se
fueron o ya no están. Pues algún día seguro seremos uno de ellos, y que mejor
que partir sabiendo un día así nos recordaran con cariño, poniendo una ofrenda con
nuestra imagen y entre todo eso que en vida disfrutamos con placer.
¡Posiblemente esta parte, este hecho si haya que celebrarlo!
D. Leon.
Mayén
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