lunes, 20 de junio de 2016

A un millón de millas

Para cuando plasmé estas letras, derivadas de mis penas amorosas, en papel y más tarde en digital, habían ya transitado una considerable cantidad de meses, días, ¡horas!, desde aquel fatal momento en que nuestras almas partieron cada una en busca de su camino, su destino, y aun muy a nuestro pesar. Ahora, está más próximo que se cumpla el ciclo de tormento, tristeza y profunda nostalgia —aunque no sólo marcado por ello—; un ciclo que sellara el astro rey bajo recuerdos y anhelos que no se extinguen de mi pecho. Dicen que el tiempo cura mal de amores, pero las cicatrices no las borra o aminora el tiempo, sólo marca persistente el hecho ya distante y en apariencia infinito.

A un millón de millas

Nos pasamos lo que pareció toda una vida planeando, soñando y deseando. Es algo inevitable en nosotros; basta simplemente con sentirse confortable en cualquier momento del día para que nuestra imaginación nos lleve a momentos fantásticos sobre como deseamos sea nuestro futuro; armando esos momentos en ocasiones con poca si no es que nula lógica, y sin evidencias tangibles de que será eso que anhelamos un hecho. Creamos esos preciosos sueños con la materia prima con la que se han creado las más grandes, inolvidables y bellas historias, con eso que nos une o aleja de los demás, me refiero a las emociones en conjunto con la imaginación —pienso que la una sin la otra no podrían existir, pues de algún modo son una (con diversos nombres pero una)—; y creando en nosotros cosas tan magnificas y bellas, como también, atemorizantes y detestables. ¡Cómo imaginar una vida junto a quien se ama o proyectar lo que será sin ella sin ese dúo imponente e inseparable!
Juntos hicimos planes, creamos increíbles castillos de cristal, con nuestros sueños y anhelos en su interior, mientras confrontábamos mutuamente nuestros miedos; deseando una vida juntos; soñando con nuestro futuro; cada uno en su mente, pero también a la par.
Y ahora… bueno, ahora no sé donde esté, que es de ella. Todos esos planes, sueños y anhelos ¿de qué sirvieron? En su momento me dieron algo para seguir de frente, algo que me motivaba. Ahora, sólo son un recuerdo… ¡No un recuerdo!, sino algo más, porque, a veces, cuando por las noches la soledad me abraza inclemente esos planes aún son un sueño en mí; por mucho que me duelan prefiero conservarlos, y poder revivir o simplemente fantasear con lo que fue y pudo ser.
Sé que se ha acabado, y no volverá, pero aún cuando, quizá justo ahora, sus dulces labios se encuentren besando los de alguien más, ¡tal vez del mismo modo como besó los míos!, prefiero mil veces que sea así. Lo que tuvimos juntos nos lleva ahora a este momento, inevitablemente, por mucho que deseemos que no sea así, por tanto que lloremos la ausencia del otro, rogando por que cambien las cosas, por una nueva oportunidad; prefiero haberla amado y no verla, a «jamás, jamás» haberla conocido y no amarla. ¡Haberla amado aunque fuera por tan sólo un breve lapso de mi vida!
Si se ha ido tan lejos como a un millón de millas lejos de mí eso no tendría gran importancia, ya que sólo con alejarse apenas como para no tenerla cerca de mis brazos ya era suficiente para sufrir al sentir la distancia apartándonos: en ocasiones, deseando jamás levantarnos de la cama, esa que alguna vez compartimos, dándonos cobijo entre sus sabanas y atestiguando el pasional amor que nos dominaba, y rindiéndonos ante él sin más.
Se fue y no volverá. Aunque en ocasiones, brevemente, siento que está aquí… por todo eso que provocó en mí, algo que no podría dejar atrás, ni siquiera si lo quisiera así; todo eso está en mí, contribuyendo el ser quien soy, y me gusta que sea de este modo; que una parte de ella, por muy fantasioso que pueda ser, permanezca en mí interior: mente y corazón.


D. Leon. Mayén

A un millón de millas - CC by-nc-nd 4.0 - D. Leon. Mayén

Sinceramente he olvidado, o siquiera notado, cuantos escritos he inspirado en ella; pero bien podría escribirle toda la vida sin importar que. De vez en vez, pienso que debería alejar la mente de mi musa, pero, ¿cómo dejarla si fue quien giró todo en mí mundo?

No hay comentarios.: