lunes, 23 de enero de 2017

Noches entre dos - Pasos y caricias

Las noches en vela, insomnes... son siempre mejores en compañía, y más aún en la correcta, la deseada.

Noches entre dos

Pasos y carisias


Muchas veces la noche es reflejo de la nada y del miedo, de lo oculto y peligroso. No así en el cobijo del lecho, entre dos seres que se desean… Se aman, se anhelan con desenfreno; no sólo con o por lujuria, sino también con ella, aunada al cariño, el afecto, el romance creciente y el deseo desbordado de ambos.

Momentos en los cuales el entorno, de algún modo, desaparece de nuestras conciencias, dando pie a lo que sentimos, emocional y sensitivamente; mezclándose ambas maneras de forma diáfana en nuestros cuerpos y mentes… palabras, ademanes y expresiones, en nuestros ojos y labios, que con estupor alborotan nuestro ser, uniéndose con mayor intensidad y frecuencia mientras la noche se hace más honda, pero, apacible y gozosa. Entre pensamientos que no compartimos, o quizá sí, del uno por el otro, entre roces y carisias, lentas o arrebatadas, da igual; pues si bien el tacto de tu piel, de tus cabellos, de toda tú entre mis manos o mi propia piel es un deleite, atizarlo con palabras, susurros, lo vuelve todo un placer creciente.

Las noches llegan a ser parcas, esporádicas, tanto como un abrir y cerrar de ojos; pero en tu compañía se prolongaran en segmentos; aunque a futuro se vuelva un entrañable recuerdo en mi cabeza… Al disfrutar de cada detalle se convertirán en una extensa escena, que más allá de cualquier pantalla posible, retendré en ella tú aroma, no el que impregnas cada día para ornarte de aún mayor atracción y placer al olfato —aunque también lo remembraré, pues es parte de ti—, sino del que emana esencial de tu cuerpo, impregnando mi olfato con él en cada beso que dé a tu cuerpo, de pies a cabeza; del sentir de tu presencia, de mi vista que te contemplara como lo mereces, hasta que me pidas cese. Pues en ese momento, mis manos, mis labios, mis ojos… todo yo estaré volcado a tu venia y voluntad; abnegados a tu voz guiadora que musita —o como sea— indicándome que hacer, a donde ir, cuando volver y sobre todo como andar entre tú magistral ser.

¡Marca el paso… y lo seguiré! Un buen vals, danza, o cualquier baile es mejor al compás, de tal modo que dos asemejen uno, que todo movimiento propicie armónico el próximo; hasta dar al esmero y el cansancio su merecida recompensa. Y así, emprenderá, en la orquestal noche —si eso deseas— entre voces, risas y gemidos, la segunda pieza conociendo mejor el ritmo y el paso, sea cual sea: lento o acelerado, suave y sutil o repetido y marcado.

Deseando cada vez, insaciable, conocer un poco más de ti; desde cada una de tus cabellos, tu nuca, contar una a una las vertebras de tu espalda mientras las roso con delicadeza, y así cada centímetro de tu cuerpo… todo el que me permitas reconocer; pero, también aunar en tus pensamientos, tus ideas y secretos, que de tu voz bondadosa compartas conmigo; ocultándolos con mi vida si así lo pides.


Cual felino nocturno, no siempre está en mí la docilidad, tornada a veces en capricho y curiosidad, ansia o arrebato pasional; mas no creas con mis garras de laceraré… Jamás lastimaría las manos que con cariño me acarician.

Así, en estas noches, o no tan noches, con el transcurrir crearemos, mutuos, nuestro propio baile: al ritmo y compás compuesto a la par, extasiante y jubiloso para ambos.



D. Leon. Mayén



¡Y cómo extra, esta canción!

another sleepless night
another sleepless night
Fotografía del perfil, en Flickr, de elias quezada
(Usada bajo la licencia Creative Commons)

Fotografía del perfil, en Flickr, de Vladimir Pustovit
(Usada bajo la licencia Creative Commons)

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