Brillo y vida
En mi vida, en mi corazón hay un sol brillante,
resplandeciente como nada en el universo, infinitamente más valioso que todo el
oro; dorado como su procedencia; casi una copia de ésta, aunque sutilmente más
precioso. Una vez, es que he visto su radiante destello, embelesante a dodos
mis sentidos y sentimientos. Enamorado estoy, desde entonces, de su luz. Está constante
en mi pensamiento… aunque ausente a mis ojos. El saber de su existir me llena
de amor y regocijo… pese a que quizá ante mí no vuelva.
También, un bellísimo árbol cautivante; éste, subsecuente a
mi querido resplandor. De preciosas hojas verdes, de tono tan único e
inolvidable para mi recuerdo, fresco y placentero aun con el tiempo. Un
encantador color marrón, claro y muy distintivo, lo rememoro con sumo cariño…
un amor intenso, hondo, tanto como el que, fulgurante y a la par, crea los más
bellos y gloriosos… Lo más digno de observar, contemplar y cuidar; cómo, sé,
hace el sol al árbol.
Mi querer es tanto que deseo jamás…; sueño con ello; su
brillo destellante, y su frágil y a la vez fuerte corteza y raíz, se extingan,
o marchite… así no mire de nuevo lo que desde entonces amo con recelo, y,
contrariado, con profundo deseo.
Ver fugaz, esporádica, la luz y las hojas traídas por el
viento, respondiendo tal vez a mi anhelo, llegando a mí distantes a su origen…
calmarán mi congoja y agónico desenfreno.
D. Leon.
Mayén
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